Al menos 12 muertos, cientos de miles de evacuados y parte de la costa devastada: una vez más un terremoto golpeó a Chile dejando un estela de dolor y destrucción.
Y, sin embargo, la mayoría de los chilenos reaccionó con una tranquilidad que en la redacción de BBC Mundo en Londres llama la atención de mis colegas, sobre todo de los que son de países no sísmicos.
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Me pasó esta semana y también en 2014, tras otro gran sismo ocurrido en el norte.
Entonces, como ahora, me preguntaban por qué la gente no corría despavorida, cómo era posible que evacuaran a tal cantidad de personas en relativa calma, por qué no había más pánico.
Vea: El momento en que el fuerte terremoto sacude a Chile
Y como entonces, yo, que soy chilena, intento darles una respuesta.
Cosa de tiempo
Lo primero que les digo es que estamos acostumbrados.
A lo largo de su historia, Chile ha sido golpeado por numerosos terremotos.
De hecho, el más grande del que se tiene registro (de magnitud 9,6 en la escala de Richter) ocurrió en la sureña ciudad de Valdivia en 1960.
Eso hace que desde niños nos hagamos a la idea de que los temblores serán una constante en nuestras vidas. Es inevitable. Antes o después, el suelo se moverá bajo nuestros pies.
Desde pequeños participamos regularmente en simulacros organizados en los colegios y aprendemos que mantener la calma y evacuar en orden es más seguro y eficaz.
También sabemos que un gran número de edificaciones cumplen estrictas normas antisísmicas que hacen más difícil que se derrumben.
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